A la mañana siguiente abro el ojo al alba de Deus por aquello del drástico cambio de huso horario y aprovecho para salir a turistear desde temprano. Pero antes… desayuno…
A la mañana siguiente abro el ojo al alba de Deus por aquello del drástico cambio de huso horario y aprovecho para salir a turistear desde temprano. Pero antes… desayuno incluido. Normalmente no me levanto ni cerca a tiempo para alcanzar el desayuno de los hoteles y me toca desayunar “lunch”, pero ese día se me hizo temprano y quise aprovechar. Bajo sin ningún tipo de expectativa a buscar el buffet que me había dicho mi Jasmín el día anterior y, para mi entera sorpresa, era un SUEÑO: neta estaba a un puesto de quesadillas/gorditas de ser el de Rosewood. Con eso te digo todo. Frutita con miel de abeja y yogur griego (de plano estaban los panales colgando de una cosa rara en la barra, a dos de que trajeran abejas todavía y todo), selección de mermeladas y jaleas hechas en casa, guisos sabrosos de todo tipo y sazón, panadería y bizcochería surtida, salmón noruego con harto queso crema y alcaparras y… (amárrate bien los chones) estación de huevos al gusto. Tocinito, cebolla, chiles toreados y todo el kit. Yo ya aplaudiendo como la foca Ramona del CiCi. Le di un buen bajón al buffet (tengo que comer bien, si no, no crezco), subí a lavarme los dientes con harta pasta y enjuague y me dispuse a dar la cátedra de turisteo que les había dicho.